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sábado, 16 de mayo de 2015

Comentario LA RENDICIÓN DE BREDA o LAS LANZAS, Velázquez.

La obra que vamos a analizar a continuación es un óleo sobre lienzo (387x367cm) perteneciente al artista español Diego de Silva Velázquez. Fue pintado entre 1634 y 1635, para el salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid, el cuadro pertenece a su etapa de pintor de cámara (artista al servicio de la monarquía vigente en el momento). Actualmente se expone en el museo del Prado en Madrid, España.

La Rendición de Breda, llamada popularmente Las Lanzas, pertenece a una serie de doce cuadros de historia realizados por distintos artistas, como Zurbarán, Carducho o Antonio de Pereda entre otros, en los que destacan los triunfos militares de la monarquía Española, decorando el salón del palacio anteriormente citado.

Velázquez plasma un episodio histórico sucedido en Breda (Holanda) en 1625. Momento en que los tercios españoles derrotan a los ejércitos holandeses, dirigidos por Justino de Nassau, y ocupan la ciudad, que se rinde ante el ejército comandado por Ambrosio de Spínola, el mejor capitán en tiempos de Felipe IV. El acontecimiento perteneciente al periodo de la Guerra de los 30 Años, que finalizaría con la derrota de España e independencia de los Países Bajos.
 
 
En la escena podemos observar, al fondo, un paisaje afectado por los estragos de la guerra y en un primer plano a los dos bandos implicados en el acontecimiento, destacando al bando español en el lado derecho y el holandés en el izquierdo.

También cabe reseñar las vestimentas de los diferentes bandos y el desigual armamento de ambos ejércitos, destacando el numeroso armamento del bando español que no es otro que las poderosas lanzas propias de los tercios españoles de la época, que además aparecen ordenadas, en contraposición al desordenado armamento del ejército vencido.

En el centro de la composición resaltan los dos personajes más importantes: el español Ambrosio de Spínola en el lado derecho, recibiendo respetuosamente las llaves de la ciudad de Breda, que humildemente le entrega el gobernador holandés Justiniano de Nassau en señal de rendición y sometimiento. Este apartado supone una ruptura con la tradicional representación del héroe militar, que solía representarse erguido sobre el derrotado, humillándolo, de modo que Velázquez hace una lectura de la nobleza del vencedor, y la humanidad del vencido. Igualmente se aleja del hieratismo que dominaban los cuadros de batallas. Estas dos características: expresiones y actos humanos, y movimiento, son propias del Barroco, representando un instante, un momento concreto: cuando Spínola detiene con gesto amable la genuflexión de Nassau. El estilo del autor, de características Barrocas, nos muestra una composición abigarrada con un esquema en aspa en cuyo centro están las llaves de la ciudad, protagonistas y portadoras de un simbolismo de carácter victorioso, es el momento en el que Spinola le dice la frase que ya se ha convertido en emblema: El Valor del vencido hace famoso al que vence.
El realismo de la obra es total, pudiendo apreciar claramente un amplio abanico de texturas y elementos cargados de un impresionante naturalismo... como ya veíamos en obras de la primea etapa del pintor como La Vieja friendo Huevos o La Fragua de Vulcano, algo además, propio del Barroco. Los caballos, por ejemplo, son elementos muy destacados dentro de la obra por su noble carácter y su excelente naturalidad, realismo e integración en la composición.

Velázquez se recrea en la representación de los personajes y los estudia psicológicamente con el fin de plasmar ese realismo del que presume, convirtiendo esta obra en una galería de retratos, género en el que destaca con obras como los retratos que realiza de la familia real o los personajes de corte (bufones incluidos). El paisaje de fondo es plano y brumoso como corresponde a la plasmación de una zona alterada por la batalla sucedida, para lo cual emplea la pincelada suelta, el predominio del color, y la perspectiva atmosférica, creando esa sensación de aire dentro de la obra.
 

Es importante señalar como el artista plasma ese naturalismo propio de la corriente artística a la que pertenece subrayando las posturas sinuosas de los personajes, que aparecen captados en un momento concreto, junto a los contrastes de colores: terrosos frente a colores claros, la división del lienzo en dos planos horizontales (inferior las masas de volúmenes, superior lanzas, paisaje y cielo), juegos de luces y sombras, aunque ya más aclarados, lejos de la influencia de Caravaggio que veíamos en sus primeras obras, como El triunfo de Baco. Velázquez demuestra un cuidadoso gusto por el detalle presente en toda la obra. Toda la composición está culminada con la utilización de colores pasteles y terrosos, y el empleo de una pincelada más definida en los primeros planos, mientras que el color se independiza en los fondos, con una pincelada desecha.

El artista también consigue hacernos partícipes de la escena, recurriendo a importantes trucos (recursos pictóricos) del movimiento Barroco, colocando a personajes de espaldas o el escorzo acusado del caballo (que además aporta profundidad a la obra) junto a otros que dan la impresión de estar mirando fijamente al espectador (personaje en la izquierda del lienzo). Velázquez también recurre al modo en el que enfoca la escena utilizando un punto de vista panorámico con el que podemos apreciar todo lo sucedido.
 

Diego de Silva Velázquez nació en Sevilla en 1599 de padre portugués y madre española y murió en Madrid en 1660. Viajó dos veces a Italia, lugar de grandes artistas, donde aprendió mucho sobre los grandes maestros y sus obras. Fue nombrado por el rey Felipe IV pintor de cámara (Pintor oficial) y ello significó una acomodada posición social y económica para toda su vida además de tener repetidos encargos para retratar a los miembros de la familia real. Sus obras presentan una evolución en el estilo, en función de sus diversas etapas, destacando como sus obras maestras: Las Meninas, Las Hilanderas y esta, Las Lanzas, que acabamos de comentar.

Obra de renombre y de excelente realización, aunque realizara numerosas correcciones y repintes, es propia de un personaje adelantado a su época, que influirá notablemente en pintores posteriores, desde Goya al Impresionismo, o a contemporáneos como Francis Bacon o Picasso que realizarán “lecturas” de sus obras. Las Lanzas se convierte en la que, probablemente sea, la mejor obra de argumento bélico de la Historia del Arte.


FUENTES DE INFORMACIÓN PARA REALIZAR EL COMENTARIO:
http://www.cuadernodearte.es/pintura/analisis-rendicion-breda.html
http://www.artehistoria.com/v2/obras/31.htm
Velázquez, los grandes genios del Arte, Biblioteca El MUNDO, 2005.
 
Autor: VÍCTOR BAYÓN PONGA, alumno 2º Bachillerato, curso 2014-2015.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Comentario LA VENUS DEL ESPEJO, Velázquez

La obra que voy a comentar a continuación es una pintura de Diego Velázquez titulada la Venus del Espejo que fue realizada hacia 1648-1650. La pintura tiene unas dimensiones de 122,5x177cm y actualmente, se conserva en The National Gallery de Londres. Esta obra pudo ser realizada antes del segundo viaje de Velázquez a Iyalia, o durante su estancia en Italia.
 

Se trata de un óleo sobre lienzo de género mitológico, presenta a Venus recostada, a la manera de Giorgione o Tiziano (Venus dormida, Venus de Urbino) pero reflejando gran naturalidad y originalidad ya que no era normal pintar a diosas en esa actitud.

El tema sobre el que trata la obra es a Venus tumbada sobre una cama mirándose su rostro en un espejo que sujeta Cupido,dios del amor, al introducir Velázquez este espejo nos permite admirar el rostro de la diosa que se encuentra de espalda y sin él sería imposible apreciar su rostro. Continúa la tradición de Tiziano y Rubens, pero aquí la Venus aparece morena, y no con el tradicional cabello rubio, además aparece desprovista de sus habituales atributos. El tema es bastante extraño al Barroco español, más vinculado, debido a la clientela, a temas religiosos, retratos y cuadros de historia, consiguiento evadir las limitaciones impuestas por la moral católica frente al desnudo femenino.
 
Venus de Urbino, TIZIANO

La composición de la obra está enmarcada por la línea horizontal que marca el cuerpo de la Venus, la figura de Cupido cierra la composición verticalmente y la equilibra. Ccon esta composición Velázquez enmarca la sensación de intimidad y de cercanía. En cuanto a la luz podemos observar como Velázquez hace un excelente trabajo de la perspectiva aérea y de una luz cálida y luminosa, lejos del anterior contraste lumínico que encontrábamos en obras como Vieja Friendo Huevos.

En el color predominan el blanco, negro y el rojo con contornos claros y pincelada suelta, una gama bastante limitada de colores pero que gana tonalidades gracias a los matices generados por la pincelada dinámica y fluida.

El estilo tienen las características propias del barroco con el predominio del color, líneas diagonales y curvas pero también con el estilo propio de Velázquez como son el equilibrio de líneas, pincelada delicada…

El significado de la obra es complejo, nos muestra la manera como Velázquez trata temas mitológicos, pintando a la diosa como si se tratara de una mujer normal, humanizándola y pintándola en la intimidad algo fuera de lo común . Su sensual cuerpo se contradice con su vulgar rostro lo que le da a la obra doble sentido, por una parte la verdad y por otra la vanidad. Con la presencia de Cupido simboliza como el amor permanece junto a la belleza. Todo el simbolismo viene remarcado por el juego del espejo que tanto gusta a Velázquez, como podemos ver en Las Meninas.

Muchos pintores posteriores se inspiraran en Velázquez y realizaran muchas más pinturas de desnudos con mayor libertad, como Goya en La Maja desnuda.

En cuanto al contexto histórico, a pesar que España en el siglo XVII pasaba por una profunda crisis, vive un siglo de oro en la cultura. Los principales clientes fueron la iglesia y conventos por eso la mayoría de temas de las obras son religiosos, de ahí que, como ya se ha dicho, esta obra suponga una revolución, siendo la la aristocracia y reyes quienes encargaban este tipo de obras.

Velázquez fue el mejor pintor de su época, el pintor tuvo diferentes etapas, la primera etapa sevillana,  tenebrista,en que realiza bodegones muy realistas y obras como Vieja friendo huevos. Se traslada a Madrid 1623 como pintor de cámara de Felipe IV, realiza dos viajes a Italia donde termino su formación. Pinta retratos del rey y su familia como el príncipe Baltasar Carlos a caballo y retratos de bufones como el niño de Vallecas. Su obra maestra son Las Meninas, retrato colectivo de la familia de Felipe IV, también trata temas mitológicos como la obra que acabamos de comentar.

Se trata una de las mejores pinturas de Velázquez, por lo innovador del tratamiento del tema, y por reunir las características del estilo que luego afianzará en su etapa de mayor prosperidad con obras como Las Lanzas, Las Meninas o Las Hilanderas.

FUENTES CONSULTADAS PARA EL COMENTARIO:
http://www.selectividad.tv/S_A_1_2_6_S_la_venus_del_espejo_de_diego_velazquez.html

Autora: LINA SARMIENTO LÓPEZ, alumna 2º Bachillerato, curso 2014-2015
 
 

lunes, 11 de mayo de 2015

Comentario: RETRATO DEL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS A CABALLO, Velázquez

RETRATO DEL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS A CABALLO

La obra que vamos a analizar a continuación es un óleo sobre lienzo (209x173cm) del año 1635 y pintada por Velázquez y su nombre es el Retrato del Príncipe Baltasar Carlos. Se encuentra expuesto en el Museo del Prado (Madrid) aunque fue realizado para el Salón de Reinos el Palacio de Buen Retiro, para colocarlo junto a los otros retratos ecuestres de su madre, Isabel de Borbón, y su padre, Felipe IV. 
 

El retrato oficial se adapta a esquemas tradicionales en cuanto a composición. En la pintura se puede observar en un primer plano, centrando la composición y ocupando casi todo el lienzo, al príncipe montado en el caballo (jaca) y, al fondo, enmarcando la composición, el paisaje de la sierra madrileña. El príncipe se le ve erguido sobre su silla, en actitud de nobleza, en su mano derecha lleva el bastón de mando de general que se le concede por su rango de Príncipe Real, viste banda y, acentuando los símbolos de autoridad con el caballo encabritado. La gran innovación se encuentra en la penetración psicológica del retratado, en el realismo y en el tratamiento de la iluminación al experimentar que resaltan más aun la personalidad retratada.

Destaca del representado, la cabeza, en un trabajo de madurez del artista en el que su tez blanquecina y su cabello rubio destacan sobre la zona oscura de su traje, mirando hacia el espectador de manera penetrante, pese a contar tan solo con 5 años en el momento del retrato, consiguiendo esa introspección psicológica tan característica de la obra de Velázquez, y que vemos tanto en los retratos de personajes reales como de los bufones de corte.

Resaltan los dorados en el conjunto como el cabello del niño, la silla, etc. Donde con pincelada disuelta consigue plasmar calidades de telas, metal, cuero…

En el caballo podemos observar (muchas veces criticado en esta obra de Velázquez) el vientre y el pecho del caballo que es muy voluminosa, pero la explicación a este tamaño del vientre es que el cuadro estaba realizado para verse desde abajo y a Velázquez le gustaba mucho jugar con las perspectivas y quería hacer pensar al que lo viera que el caballo se abalanzaba sobre él, en un agudo escorzo propio del movimiento barroco.

El paisaje fue pintado con capas casi transparentes que pueden ser visibles en la nieve de la montaña, reforzado por la gama de azules y grises, que dan la sensación de aire invernal. El paisaje fue pintando después que el personaje y esto se puede observar porque exalta la sensación de profundidad en el cuadro y separa el paisaje del personaje principal. Crea una atmósfera y fondo de paisaje plateado para resaltar al príncipe Baltasar Carlos. 
 
 
VIDA: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, natural de Sevilla (1599), antes de cumplir los doce años entró de aprendiz en el taller del pintor Francisco Pacheco, que le inculcó su interés por la mitología y le transmitió su cultura humanista, y con cuya hija Juana, Velázquez contraería matrimonio en 1617. Para entonces, Diego de Velázquez se había convertido en un consumado maestro del naturalismo tenebrista. Gracias a la protección del conde duque de Olivares, se trasladó a Madrid en 1623 y fue nombrado Pintor de Cámara del Rey Felipe IV. Consolidó su brillante carrera artística con la obtención de la Orden de Santiago, privilegio reservado a la alta nobleza.

Por sus excepcionales dotes artísticas y por su carácter, Diego de Velázquez se ganó el afecto y la confianza de Felipe IV, que lo envió a Italia en dos ocasiones (1629-1631 y 1649-1651) a fin de adquirir obras de arte para las colecciones reales. Estos viajes influyeron decisivamente en su evolución artística, pues le permitieron profundizar en la pintura italiana, lo llevaron a interpretar la realidad en términos de luz y color, y a dominar la técnica de la perspectiva aérea o atmosférica. Tras una breve enfermedad, murió en Madrid en agosto de 1660.

OBRA: Su primera época fue en Sevilla y tenía 10 años allí se deja atrapar por lo tenebrista de Italia y se dejó influenciar por el arte de Caravaggio con pinturas como El aguador de Sevilla o Vieja friendo huevos. De su primera etapa en Madrid toma influencia de la pintura flamenca e italiana de las colecciones reales y pinta el retrato de Góngora, viaja a Italia y evolucionará asimilando los estilos de otros maestros, en un arte propio del Barroco, pintando La fragua de Vulcano, en su segunda etapa de Madrid pinta esta obra del príncipe Baltasar Carlos, después, en la tercera etapa de Madrid e innumerables llamamientos por parte del rey para decorar una de las salas del Alcázar con motivos mitológicos pintó Mercurio y Argos. En el año 1656 realiza lo que todos están de acuerdo en llamar “su obra maestra”: Las Meninas.

Velázquez es el mejor ejemplo de la escuela pictórica barroca madrileña y un ejemplo a seguir por muchos otros, en esta obra plasma de manera magnifica la perspectiva y la naturalidad del rostro del pequeño, siendo uno de los retratos quizá más amable de todos los pintados por Velázquez, siendo además ejemplo del uso que hicieron las monarquías absolutistas durante el periodo del Barroco, utilizándolo como medio de propaganda.

FUENTES CONSULTADAS PARA EL COMENTARIO DE LA OBRA:
Imagen: Diego Velázquez [Public domain], via Wikimedia Commons


AUTOR: SERGIO CEREZAL MARTINEZ, alumno 2º bachillerato D NOCTURNO, curso 2014-2015

jueves, 30 de abril de 2015

COMENTARIO: CRISTO CRUCIFICADO de VELÁZQUEZ (versión 2)

La obra que vamos a analizar a continuación es una de las obras más famosas de Velázquez, se trata de una pintura al óleo sobre lienzo de 250cm x 170cm, fechada entorno a 1632 durante su segunda estancia en Madrid (1630-1649), tras regresar de uno de sus viajes a Italia . Época en la que realizó cuantiosos retratos de la familia real y otros de diferente índole: escenas históricas, mitológicas, religiosas, retratos de bufones,… A esta etapa pertenecen obras como: La rendición de Breda(1634), El niño de Vallecas (1636) o El príncipe Baltasar Carlos a caballo (1635).


La obra pertenecía al convento de las Monjas Benedictinas de San Plácido de Madrid. Se cuenta que fue donado por Felipe IV como arrepentimiento al haberse enamorado de una monja que allí profesaba. También se dice que la donación vino a través de D. Jerónimo de Villanueva, Protonotario Mayor de Aragón, por un escabroso asunto demoníaco que se había producido en dicho convento, teniendo que tomar la Inquisición cartas en el asunto.

Esta obra se conserva en el Museo del Prado de Madrid desde 1829.

Estamos ante una maravillosa obra de temática religiosa con una elegante figura de Cristo, con el cuerpo y los miembros suavemente modelados, influencia de sus estudios de las obras de los italianos, recibiendo una luz procedente de la izquierda, de herencia tenebrista pero sin llegar a producir los fuertes contrastes que encontrábamos en Caravaggio, recortándose la figura sobre un fondo neutro. El cuerpo se modela con abundante pasta, extendida con soltura, insistiendo en el modelado y en la iluminación; en algunas partes el pintor "arañó" con la punta del pincel la pasta aún húmeda, logrando una textura especial, así en torno a la cabellera caída sobre los hombros. Al igual que en los desnudos de La fragua de Vulcano, las sombras se obtienen repasando con toques de pincel muy diluido y del mismo color, obscureciendo por zonas
irregulares la carnación ya terminada. La cabeza caída y el excelente mechón de pelo que oculta parte del rostro son los elementos más originales de la pintura, aportando dramatismo a la obra que, por otro lado, y pese a tratarse del tema de la Crucifixión, está tratando con absoluta serenidad.

Velázquez consiguió obtener perfectamente una imagen de la doble naturaleza, divina y humana, de Cristo. Velázquez pintó al Cristo siguiendo la iconografía aceptada en el siglo XVII, igual que su maestro Francisco Pacheco: cuatro clavos y los pies juntos apoyados en una pequeña ménsula de madera y con un contrapposto clásico que deja todo el peso en una pierna y descansa la otra. Los brazos dibujan una suave curva en lugar de un triángulo. Pinta el paño de pureza pequeño, sin derroche de vuelos como era costumbre en el barroco, mostrando el cuerpo desnudo al máximo posible. La cabeza tiene un halo luminoso que da la sensación de que emana de la propia figura, además de la corona de espinas que hace referencia a que es el rey de los judíos, al igual que la inscripción escrita en hebreo, griego y latín, situada en la parte más alta de la cruz, donde podemos leer “Jesús de Nazaret, rey de los judíos”; el semblante está caído sobre el pecho dejando ver lo suficiente de sus rasgos y facciones nobles. Más de la mitad de la cara está cubierta por el cabello largo que cae débil y en vertical como anunciando la muerte ya sucedida por la herida que aparece en el costado derecho.

El desnudo de este cuadro demuestra la serenidad, la dignidad y la nobleza. Velázquez, haciendo un alarde de maestría, consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura. Por su espiritualidad y misterio, este cuadro inspiró a Miguel de Unamuno para crear un extenso poema titulado Cristo de Velázquez.

Esta obra perteneciente al arte barroco español, presenta las características generales de este como serían: El lienzo como soporte y es una pintura realista de temática religiosa. En las obras de Velázquez podremos apreciar la pincelada pastosa y desecha, la perspectiva aérea y un tratamiento de la luz derivado de la escuela tenebrista y por el naturalismo. Emplea tonalidades terrosas, y las calidades de los objetos están muy logradas: copas de cristal, vasijas de barro,…. Más adelante el color se volverá de colores más claros, un cromatismo más vivo y luminoso influenciado de Rubens, así como su técnica, que se volverá más suelta y vaporosa.

El Cristo crucificado de Velázquez es una de las obras más significativas del estilo Barroco español del siglo XVII. Velázquez fue objeto de admiración de muchos artistas a lo largo de los siglos posteriores, y su influencia se verá reflejada en artistas como Goya y en movimientos como el Impresionismo.

PÁGINAS CONSULTADAS PARA REALIZAR EL COMENTARIO:

Autor: JAVIER DIEZ TASCÓN, alumno 2º bachillerato D, 2014-2015.
 
 

miércoles, 29 de abril de 2015

COMENTARIO: LAS HILANDERAS de VELÁZQUEZ

Continuamos subiendo los comentarios sobre Velázquez.

Las Hilanderas – Diego Velázquez .



Biografia:

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nacido en Sevilla, bautizado el 6 de junio 1599 y fallecido en Madrid el 6 de agosto de 1660, conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.
Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a pintor de cámara. En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado en la pincelada, alcanzando un dominio extraordinario de la luz, consiguiendo plasmar la perspectiva atmosférica como uno de sus grandes logros.

Análisis y comentario de la obra:

La obra que vamos a comentar es un óleo sobre lienzo, perteneciente al estilo Barroco, pintado por Diego Velázquez titulado La Fábula de Aracne, pero conocido popularmente como Las Hilanderas, creado hacia 1657 para don Pedro de Arce, montero Real. Sus dimensiones (220x289cm) fueron ampliadas en el alto y en el ancho tras haber sufrido daños en el incendio de 1734 en el Alcázar. Hoy podemos verlo en el Museo del Prado.

La composición es compleja y se realiza en varios planos superpuestos. En un primer plano observamos a 5 hilanderas, preparadas para una jornada de trabajo con lana en la Real Fábrica de Tapices de Santa Isabel, mientras que en el fondo apreciamos a otras 3 mujeres contemplando el trabajo final, el tapiz, que sería el resultado del concurso entre Atenea y Aracne, representa el rapto de Europa, tejido, según Ovidio, por Aracne. A la izquierda dos de ellas conversan a la par que manejan la rueca, la cual crea una sensación de movimiento al no poder apreciar los radios debido a su gran velocidad, algo que se debe al uso magistral de Velázquez de la perspectiva aérea, que distorsiona los contornos y los difumina, logrando captar el espacio que arropa entorno a las figuras. 


A la derecha se aprecian otras tres hilanderas en diferentes posturas encargadas de hacer ovillos y cardar la lana, lo cual nos indica que hay una actitud de realismo en esta escena cotidiana, como si fuera una foto que capta un instante y crea sensación de movimiento, a la vez que introduce elementos de anécdota como iluminación del brazo de una de las hilanderas que parece que nos obliga a mirar en un primer momento a su persona para acto seguido ir a la parte opuesta del lienzo, indicando la línea compositiva del lienzo. 

En el fondo, en una estancia más elevada e iluminada a la anterior aparecen 3 mujeres observando el tapiz que cuelga de la pared ya finalizado y que nos cuenta “la fábula de Aracne”. La fábula cuenta en una de sus vertientes que Aracne era una de las mejores tejedoras de Grecia pero muy orgullosa y que su maestría se comparaba a la de la diosa Atenea y le lanza un reto a la diosa que esta acepta. Atenea ganó el reto y Aracne se sintió tan humillada que intentó quitarse la vida, pero la olímpica se apiado de ella, aunque como castigo a su vanidad la convirtió en araña para que tejiera de por vida. Otra vertiente dice que es la propia Atenea la que pierde el reto contra Aracne y su prepotencia la llevó a convertirla en araña. Se aprecia dentro del tapiz a la diosa vestida con su armadura de guerra, mientras que en la tejedora se aprecia un vestido tradicional griego a punto de recibir su castigo divino. Este juego del cuadro dentro del cuadro, ya apareció en otras obras del autor, como Cristo en casa de Marta y María, donde una escena cotidiana enmascara un tema más profundo, en este caso mitológico, en aquel, religioso.


La técnica utilizada por el autor es una pincelada suelta, pero también con pinceladas finas y diluidas muy bien definida para el espectador en ciertas partes del cuadro, como en la de Atenea, que a pesar de estar alejada de la visión principal, se puede observar los detalles de la armadura entre otros, además del uso mayoritariamente de tonos ocres, tierra y óxidos para distinguir bien las partes del cuadro, principalmente porque el autor recrea dos ambientes distintos dentro de la misma obra, el primero la realización manual y la sencillez de la actividad artesanal, para terminar en un segundo plano con la contemplación estética de la obra finalizada. Puede ser que esta obra aluda al ennoblecimiento del arte de la pintura, en la misma línea de Las Meninas.

Para terminar debemos decir que esta obra es la última obra que crea el artista y pertenece al último periodo en que su pintura es más esquemática, con complejas composiciones y llegando a un extraordinario y detallado manejo de la luz es una de las obras cumbre de Velázquez, así como de la pintura del barroco y de la historia del arte universal por su detallismo, trabajo del color, manejo de la perspectiva aérea y el juego de luces entre otras que hacen que el espectador parezca que está dentro del taller viendo trabajar a las mujeres, característica compartida con el barroco general, que busca la complicidad del espectador, creando escenografías teatrales. Además debido a la técnica diluida se anticipa al Impresionismo, por esa sensación de figuras borrosas.


FUENTES CONSULTADAS PARA EL COMENTARIO:
Apuntes de clase.
Biografía: https://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Vel%C3%A1zquez
Tema: https://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Vel%C3%A1zquez

Autor: FERNANDO SANTAMARTA, alumno 2º Bachillerato D, curso 2014-2015

domingo, 26 de abril de 2015

COMENTARIO: CRISTO CRUCIFICADO de VELÁZQUEZ

Más comentarios de los alumnos de 2º de Bachillerato dedicados a Velázquez:


La obra que vamos a comentar, es un óleo sobre lienzo pintado por el gran pintor de la época barroca española del S.XVII Diego Velázquez, con el título del Cristo crucificado. La obra fue pintada en el año 1632 por encargo del Rey para el convento de las monjas Benedictinas de San Plácido. Se cuenta que esta obra fue donada por Felipe IV como arrepentimiento por haberse enamorado de una monja, también se dice que lo donó D. Jerónimo de Villanueva, Protonotario Mayor de Aragón, por un asunto demoníaco que había sucedido en el convento. Con unas dimensiones de 2,48 x 1,69 metros, hoy se conserva en el Museo de Prado de Madrid.

Esta representa uno de los temas religiosos más frecuentes en la pintura occidental: la Crucifixión de Cristo por los romanos, con una composición de un Cristo de dramatismo contenido, de cuatro clavos. Velázquez pinta el Cristo siguiendo la iconografía aceptada en el S.XVII según las explicaciones de Pacheco en El Arte de la pintura,mportante figura de referencia en el panorama artístico sevillano del momento, maestro de Velázquez, y con quien cuya hija Juana se casará. 
 

De los clavos brota sangre sin acentuarse, son escasas gotas que aumentan la sensación de sosiego y serenidad de este Cristo, desnudo frontal solo vestido con un paño de pureza atado en el centro y bastante pequeño. El cuerpo ligeramente modelado, los brazos sin estar en tensión y en la cabeza, inclinada cubriendo gran parte de la cara por el cabello y la corona de espinas, mostrando así un cuerpo desnudo al máximo posible.
 
La cruz de travesaños alisados, y título en hebreo, latín y griego donde podemos leer “Jesús de Nazaret, Rey de los Judios” a diferencia de la fórmula abreviada INRI, algo poco común y que muestra un carácter culto, quizá por el comitente al que está destinado la obra, o por el propio interés del pintor. La figura reposa sobre con un peldaño (ménsula) en el que asienta los pies. Pies que con un ligero contrapposto retrasando el pie izquierdo dota de un ligero movimiento muy natural al crucificado. 
 

El colorido de la obras es bastante claro, las encarnaciones y el paño de pureza, recortado sobre un fondo neutro oscuro. La luz proyecta ligeramente la sombra de un Cristo iluminado por luz natural desde la parte izquierda, (se nota en las axilas y en el peldaño), que pese a tener influencia caravaggesca, no destaca en exceso estas sombras comentadas.

Con una pincelada delicada y difuminada, de colores nacarados, tierra, oscureciendo las zonas para hacer sombras, y la utilización de tonalidades frías,con claro predominio de color sobre la línea propia del barroco.
Esta obra cuenta con las características propias del Barroco pero de la época clasicista de Velázquez, a la que pertencen obras como La Fragua de Vulcano o la Túnica de José, con equilibrio de líneas, magistral uso del color, sutileza lumínica, pincelada delicada, original acercamiento al tema… Velázquez hace un alarde de maestría y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura, buscando la mayor naturalidad con dignidad y nobleza, siendo una obra espiritual. 

El elemento que más destaca del lienzo es mechón de cabello que cae cobre el rostro de Cristo y que concentra todo el drama de la escena, se cuenta que a Velázquez no le gustaba como estaba quedando el rostro del a obra, y tiró los pinceles al lienzo dando lugar a la melena que cubre el rostro.


Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599, Sevilla – 1660, Madrid) , es un pintor perteneciente a la escuela madrileña, comenzando a trabajar en Sevilla, destaca en una primera etapa de pintura con tratamiento de la luz derivado de la escuela tenebrista de Caravaggio y el naturalismo propio del arte barroco. Empleando tonalidades terrosas y una gran maestría a la hora de plasmar las calidades de los objetos. Destacando otras obras como Vieja friendo huevos en 1618 y El aguador de Sevilla en 1620.

Su gran fama como retratista le lleva a viajar a Madrid y se introduce en la corte, con un gran prestigio alcanza el puesto de retratista del Rey y de la familia Real. Su estilo entonces sufre un ligero cambio, influenciado por pintores como Rubens. Así su color se vuelve más claro, utiliza colores más vivos y luminosos, y su técnica más suelta y vaporosa.

En 1629, viaja a Italia y allí entra en contacto con la pintura Veneciana de Tiziano y la Clasicista de, con obras de Miguel Ángel o Rafael que harán que su estilo de nuevamente un giro, gustos por la anatomía clásica y las proporciones. Pintando grandes obras como El príncipe Baltasar Carlos a caballo en 1635. En 1649 viaja de nuevo a Italia, y perfecciona el arte del retrato, destacando el retrato del Papa Inocencio X, y de Juan de Pareja. Y con una gran habilidad para captar los paisajes exteriores, en representar la luz solar y de las sombras, con grandes obras como La venus del espejo y uno de los lienzos más famosas de la historia de arte, Las Meninas en 1656.

La obra que acabamos de analizar, es una de las pinturas más importantes de la época y del estilo Barroco Español de Siglo XVII en la cual Velázquez supo expresar todas sus características estilísticas así como las de la época barroca. Siendo con el paso de los años uno de los pintores más influyentes y de máximo esplendor de la historia de la pintura ya no solo en la historia de España sino en la pintura Occidental, influyendo en movimientos como el Impresionismo o en artistas de la talla de Goya.

FUENTES PARA LA REALIZACIÓN DEL COMENTARIO:
“apuntes de clase”
www.biografiasyvidas.com/monografia/velazquez
www.biografiasyvidas.com/monografia/velazquez

Autor: JESÚS NEFTALÍ HERNÁNDEZ CRESPO, alumno 2º Bachillerato D, curso 2014-2015.

jueves, 23 de abril de 2015

COMENTARIO: PABLO DE VALLADOLID de VELÁZQUEZ

Otro de los comentarios de mis alumnos.
Diego Velázquez nació en Sevilla el 6 de junio de 1599 y murió en Madrid el 6 de agosto de 1660. Es el pintor más destacado del barroco español y es considerado como uno de los más importantes de la pintura en España. Velázquez trató todos los géneros por igual: religiosos, mitológicos, retratos… desarrollando un estilo caracterizado por el empleo de la perspectiva aérea, profundidad, el uso de la luz, la pincelada desecha, el tratamiento de las calidades... y la idea de inconformismo, que vemos a través de las correcciones de sus cuadros, muestra también de que pintaba de manera directa, sin bocetos, por lo que a veces vemos esos cambios en sus cuadros. Diego Velázquez se estableció es Sevilla durante sus primeros años. Su primer maestro fue Francisco Pacheco. Empieza a ser influenciado por Caravaggio con el que aprende las corrientes tenebristas, naturalistas y costumbristas. Más tarde se trasladó a Madrid, donde se establece como pintor de cámara del rey Felipe IV. Entre los numerosos trabajos que le mandan está el de decorar el palacio del Buen Retiro. Velázquez viaja a Italia en varias ocasiones, pero finalmente se decide por Madrid, donde pintará sus cuadros más importantes como por ejemplo: El infante Don Carlos, El triunfo de Baco, La venus del espejo, La fragua de Vulcano y su obra más representativa Las Meninas.
El cuadro a comentar es el retrato de Pablo de Valladolid, pintado por Velázquez en el año 1634. La obra es un óleo sobre lienzo y tiene unas dimensiones de 209 x 123 cm. Fue pintado para decorar el Palacio del Buen Retiro en Madrid, aunque hoy lo vemos expuesto en el Museo del Prado.

Se trata de un retrato de los que Velázquez realizó con personajes de la corte, en los que además de retratar a gente de la nobleza y temas mitológicos, retrató a enanos, bufones, locos, gente que trabajaba para el rey… a los que conseguía plasmar con la misma dignidad que con los personajes reales.

El retratado es Pablo de Valladolid, bufón de la familia real. Nació en Vallecas y al tener esa figura elegante y no mostrar ninguna deformidad se le considera el bufón de la corte.

Se trata de un retrato de cuerpo entero, con las piernas separadas, una mano sujetando la capa y el otro brazo extendido, ocupando la práctica totalidad del lienzo. La luz es natural y se expande a través de todo el cuadro, procedente del exterior y dirigiéndose desde el lado izquierdo, genera una escasa sombra proyectada a los pies del personaje.

El fondo es neutro, ya que no presenta un punto de apoyo en el que coloque los pies, además el suelo y la pared son prácticamente del mismo tono, mostrando una total continuidad, creando una ubicación espacial bastante indeterminada. El cuadro tiene un fondo indefinido pintado a través de la sombra del bufón. Al no tener fondo alguno permite que toda la atención se dirija hacia el personaje que tiene actitud declamatoria.

Se pueden ver algunas correcciones que ejecutó Velázquez y no le convencieron. La ropa del personaje es negra, color predominante en la vestimenta de los hombres de esa época, con los puños y el cuello en color blanco, una pintura que muestra una enorme economía de medios. Las pinceladas del fondo son en un tono transparente. Velázquez intenta plasmar espacio y profundidad en el cuadro a través de los colores que aplica muy reducidos. La técnica del pincelado es la misma que la del cuadro de Cristo crucificado. Destaca el realismo, la naturalidad y el dominio del color sobre la línea característica, a su vez, propia del estilo Barroco al que pertenece.

Este cuadro pertenece a las obras de Velázquez que representaba a enanos, bufones… Entre estos cuadros destaca también el de El bufón Don Sebastián de Morra, El niño de Vallecas, El bufón Calabacillas…. Son obras todas ellas, en las que se ha querido ver una reflexión sobre la condición humana y la dignificación de los personajes de todo tipo de condición social.

Esta obra servirá como punto de referencia para Goya y para pintores del Impresionismo.

Estamos pues, ante una de las obras más innovadoras de Velázquez, máximo representante del barroco pictórico español y genio de todos los tiempos.

Páginas consultadas para el comentario:

www.wikipedia.com
www.arteespana.com
www.juntadeandalucia.es
www.viajoenunbarcodepapel.wordpress.com

Autora: MARÍA ORTÍZ DE LA FUENTE, alumna 2º Bachillerato, curso 2014/2015