Nos encontramos ante un relieve que presenta la escena de la DUDA DE SANTO TOMÁS, ubicado en uno de los machones del CLAUSTRO ROMÁNICO DE SANTO DOMINGO DE SILOS.
El origen del monasterio se encuentra en la primitiva fundación de época visigótica dedicada a San Sebastián, en el siglo VII. Gracias a la repoblación del siglo X se amplió este conjunto, convertido en referente religioso, económico y político, del reino castellano.
La obra que vamos a analizar se encuentra en el claustro donde se ubica el sepulcro primitivo del abad que le dio nombre. Los datos sobre su cronología son escasos, además en los relieves, se observa la mano de distintos talleres y maestros, lo que dificulta su datación. El conjunto se situaría entre los siglos XI y XII, pleno románico.
La duda de Santo Tomás, obra que encontramos en la imagen, forma parte del conjunto de relieves tallados en los pilares angulares del claustro, que junto con los capiteles forman una amplia colección escultórica del románico castellano.
En los relieves se representan escenas de la vida de Cristo y de la Virgen, siendo este, atribuido al denominado maestro de Silos, probablemente de finales del siglo XII, distintos de los que representan la Anunciación o el árbol de Jesé convertidos en predecesores del arte gótico.
En este relieve vemos un tema religioso, del Nuevo Testamento, la duda de Santo Tomás, pasaje bíblico que narra la presentación de Jesús a sus discípulos después de haber resucitados, ante tal hecho Santo Tomás ,incrédulo, solicita tocar las llagas para comprobar la verdad de lo que está viendo, así, las figuras que aparecen en el relieve son: los discípulos, Jesucristo y Santo Tomás, que aparecen distribuidas en tres franjas enmarcadas en un espacio arquitectónico creado por un arco de medio punto. En la primera fila superior vemos 4 figuras al igual que en la central, y cinco en la franja inferior, destacan sobre todas ellas las figuras de los dos protagonistas que, colocados en un lateral, centran la atención de los personajes en la escena.
La clara ley de adaptación al marco, se ve reforzada por la gradación de tamaño de los personajes a medida que ascendemos, creando una vaga sensación de perspectiva. Los apóstoles adoptan posturas inverosímiles, hieráticas, propio del románico, mientras que Jesucristo alza el brazo para mostrar su herida a Santo Tomás que aparece de perfil. La figura más importante, Jesucristo, aparece resaltada además de por la postura, por la representación jerárquica del mismo, más grande que el resto de los personajes señalando su posición más elevada en el rango. Las figuras quedan perfectamente acopladas al marco arquitectónico, como vemos en la mayoría de las obras románicas (Portada del Perdón , de la colegiata de San Isidoro).
Como es característica habitual en la plástica escultórica románica las figuras son esquemáticas, los pliegues lineales, los rostros prácticamente inexpresivos y sin individualidad, los rostros, similares, enmarcados por la aureola de santidad, que en el caso de Jesucristo aparece con el nimbo cruciforme, cambian su estado de ánimo mediante leves alteraciones, respetando en general, como en los restantes relieves, el principio de generalidad que es propio del Románico: no hacen nada, sino que asisten a un acto de gloriosa trascendencia, además en esta obra el relieve es plano, y no hay ningún elemento que nos sitúe la obra en algún espacio concreto.
Esta es una de las obras más representativas de la plástica escultórica castellana del Románico, el considerado como el primer arte europeo vinculado a la idea de la religiosidad y difundido gracias al Camino de Santiago, las órdenes monásticas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario