La obra que vamos a comentar, es un óleo sobre lienzo pintado por el gran pintor de la época barroca española del S.XVII Diego Velázquez, con el título del Cristo crucificado. La obra fue pintada en el año 1632 por encargo del Rey para el convento de las monjas Benedictinas de San Plácido. Se cuenta que esta obra fue donada por Felipe IV como arrepentimiento por haberse enamorado de una monja, también se dice que lo donó D. Jerónimo de Villanueva, Protonotario Mayor de Aragón, por un asunto demoníaco que había sucedido en el convento. Con unas dimensiones de 2,48 x 1,69 metros, hoy se conserva en el Museo de Prado de Madrid.
Esta representa uno de los temas religiosos más frecuentes en la pintura occidental: la Crucifixión de Cristo por los romanos, con una composición de un Cristo de dramatismo contenido, de cuatro clavos. Velázquez pinta el Cristo siguiendo la iconografía aceptada en el S.XVII según las explicaciones de Pacheco en El Arte de la pintura,mportante figura de referencia en el panorama artístico sevillano del momento, maestro de Velázquez, y con quien cuya hija Juana se casará.
De los clavos brota sangre sin acentuarse, son escasas gotas que aumentan la sensación de sosiego y serenidad de este Cristo, desnudo frontal solo vestido con un paño de pureza atado en el centro y bastante pequeño. El cuerpo ligeramente modelado, los brazos sin estar en tensión y en la cabeza, inclinada cubriendo gran parte de la cara por el cabello y la corona de espinas, mostrando así un cuerpo desnudo al máximo posible.
La cruz de travesaños alisados, y título en hebreo, latín y griego donde podemos leer “Jesús de Nazaret, Rey de los Judios” a diferencia de la fórmula abreviada INRI, algo poco común y que muestra un carácter culto, quizá por el comitente al que está destinado la obra, o por el propio interés del pintor. La figura reposa sobre con un peldaño (ménsula) en el que asienta los pies. Pies que con un ligero contrapposto retrasando el pie izquierdo dota de un ligero movimiento muy natural al crucificado.
El colorido de la obras es bastante claro, las encarnaciones y el paño de pureza, recortado sobre un fondo neutro oscuro. La luz proyecta ligeramente la sombra de un Cristo iluminado por luz natural desde la parte izquierda, (se nota en las axilas y en el peldaño), que pese a tener influencia caravaggesca, no destaca en exceso estas sombras comentadas.
Con una pincelada delicada y difuminada, de colores nacarados, tierra, oscureciendo las zonas para hacer sombras, y la utilización de tonalidades frías,con claro predominio de color sobre la línea propia del barroco.
Esta obra cuenta con las características propias del Barroco pero de la época clasicista de Velázquez, a la que pertencen obras como La Fragua de Vulcano o la Túnica de José, con equilibrio de líneas, magistral uso del color, sutileza lumínica, pincelada delicada, original acercamiento al tema… Velázquez hace un alarde de maestría y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura, buscando la mayor naturalidad con dignidad y nobleza, siendo una obra espiritual.
El elemento que más destaca del lienzo es mechón de cabello que cae cobre el rostro de Cristo y que concentra todo el drama de la escena, se cuenta que a Velázquez no le gustaba como estaba quedando el rostro del a obra, y tiró los pinceles al lienzo dando lugar a la melena que cubre el rostro.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599, Sevilla – 1660, Madrid) , es un pintor perteneciente a la escuela madrileña, comenzando a trabajar en Sevilla, destaca en una primera etapa de pintura con tratamiento de la luz derivado de la escuela tenebrista de Caravaggio y el naturalismo propio del arte barroco. Empleando tonalidades terrosas y una gran maestría a la hora de plasmar las calidades de los objetos. Destacando otras obras como Vieja friendo huevos en 1618 y El aguador de Sevilla en 1620.
Su gran fama como retratista le lleva a viajar a Madrid y se introduce en la corte, con un gran prestigio alcanza el puesto de retratista del Rey y de la familia Real. Su estilo entonces sufre un ligero cambio, influenciado por pintores como Rubens. Así su color se vuelve más claro, utiliza colores más vivos y luminosos, y su técnica más suelta y vaporosa.
En 1629, viaja a Italia y allí entra en contacto con la pintura Veneciana de Tiziano y la Clasicista de, con obras de Miguel Ángel o Rafael que harán que su estilo de nuevamente un giro, gustos por la anatomía clásica y las proporciones. Pintando grandes obras como El príncipe Baltasar Carlos a caballo en 1635. En 1649 viaja de nuevo a Italia, y perfecciona el arte del retrato, destacando el retrato del Papa Inocencio X, y de Juan de Pareja. Y con una gran habilidad para captar los paisajes exteriores, en representar la luz solar y de las sombras, con grandes obras como La venus del espejo y uno de los lienzos más famosas de la historia de arte, Las Meninas en 1656.
La obra que acabamos de analizar, es una de las pinturas más importantes de la época y del estilo Barroco Español de Siglo XVII en la cual Velázquez supo expresar todas sus características estilísticas así como las de la época barroca. Siendo con el paso de los años uno de los pintores más influyentes y de máximo esplendor de la historia de la pintura ya no solo en la historia de España sino en la pintura Occidental, influyendo en movimientos como el Impresionismo o en artistas de la talla de Goya.
FUENTES PARA LA REALIZACIÓN DEL COMENTARIO:
“apuntes de clase”
www.biografiasyvidas.com/monografia/velazquez
www.biografiasyvidas.com/monografia/velazquez
Autor: JESÚS NEFTALÍ HERNÁNDEZ CRESPO, alumno 2º Bachillerato D, curso 2014-2015.
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ResponderEliminarBuen comentario, delicado y muy respetuoso. Gracias
ResponderEliminarXd
ResponderEliminarta bien
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